El reencuentro

conmigo misma y otros seres...

(de pronto cuando viajaba en ese bus de vuelta a casa me acordé de este blog olvidado y mutilado por mi mala época, creo que debería intentarlo más seguido aunque nada muy elaborado salga de este entierro mental actualmente albergado)
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Este viaje ha tenido un sin fin de significancias.
Podría decir que cada una de ellas ha sido, en definitiva, positivas para mi.

Me siento increíblemente rebosante de alegría y gratitud hacia la vida misma, curioso.
Me siento feliz de estar donde estoy, conocer a quienes conozco y sobre todo, amar a las personas que amo.
En cuanto a esto último, me regocija amar a mi madre por ejemplo, quien ni dulce ni tierna, su modo de ser ha dejado mucha huella en mi. Creo que no hay nada más glorioso cuando antes inclusive creí odiar...

Siento un profundo respeto por cada evento que surge en la vida. Desde lo más angustioso y desesperado a lo más simple y sublime: una mirada, una sonrisa, un corazón abierto, una mente inquieta como la mía... Un gesto insospechado y también de esos que esperas con ansias porque esa entrega sin mutar hace que sientas plena cofianza en lo que vivirás.

Así es como a veces lo más inesperado también deja fuera de control...
Hablo de esas lágrimas impropias que tú mismo intentabas no derramar o esa pérdida material que creías innecesaria. Hablo de esas palabras hirientes que arruinan tu mejor momento o de las incomprensiones (o desilusiones) que causas cuando haces lo que crees que es más correcto. Incluso cuando te niegas a ti misma por mucho tiempo y cuando ya te agotas, el resto ya no te alberga. En ese caso algo en ti ha cambiado y entonces ya no cabes en el hueco que dejaste en los demás. O te adaptas suavizando esas aristas, o esperas que el resto se acomode un poco a tu nueva forma. Sin embargo, creo que nuestro propio constructo: uno mismo hace calzarlo todo en determinado momento, en determinado escenario y con determinados actores de vida que son tus seres queridos.

Después de todo considero que soy un ser que quiere aprovechar cada instante de vida incierta, grata y no grata para conocer y crecer...

A veces pierdo la paciencia cuando veo seres tan desajustados a su vida misma. A veces pierdo la paciencia cuando yo misma tropiezo con mis propias pies. Cuando no encuentro el momento adecuado a mi capacidad y mis ansias que sincronice alguna realización de deseo. A veces el solo miedo a fracazar hace que ni desee por ejemplo...

Pero a veces despierto.

Y si bien mi cuerpo no responde como quisiera, ni mi mente acompaña tal intriga de vida, mientras me hundo en el abismo veo todo el maravilloso anclaje que se amolda y guía mi vida.
Cuando mi corazón despierta y con él solo siento Amor, entonces todo cambia. No tanto por fuera que nuestro entorno porfía, incluso aún mi cuerpo y mente se aquieta más de lo que quisiera, pero mi corazón emocionado y vibrante hace que contemple con asombro y regocijo hasta lo más irrelevante.

Este viaje ha reiterado y reforzado lo que Soy y a dónde quiero ir.

Y creyéndolo o no,
todo, absolutamente todo enriquece tal escencia de vida.